PREDICADOR. Rumbo a Texas.


Escrito por Garth Ennis
Ilustrado por Steve Dillon
Traducido por Guillermo Ruiz Carreras
Publicado por Vertigo – DC Cómicc – ECC ediciones
Recomendado para grandes lectores
Novela gráfica – Narración gráfica

     La palabra que se me viene a la cabeza al momento de escribir acerca de Predicador (Preacher, en su versión original) es amoral. No inmoral. Amoral. Si has visto la homónima serie de televisión, lo primero que tienes que saber es que se trata de una adaptación libre que toma muchos de los elementos principales y los narra a su manera. Esto no tiene nada de malo, por supuesto, pero es conveniente tener en cuenta que las cosas no tienen lugar de la misma forma. Predicado se ocupa un poco más de la política del otro mundo, al tiempo que da cuenta de cómo esta influye nuestra existencia.

     La premisa es brutal en su simplicidad, Dios ha desaparecido, y una entidad que comparte a partes iguales características angélicas y demoniacas, se ha aposentado en el cuerpo de un predicador de Texas. Un perdedor que arde hasta que consume todo su púlpito. Un predicado que desde ese entonces, apoyado en un poder que no termina de entender, se encamina a encontrar a Dios. Doquiera esté, el predicador va a buscar a Dios.

     Para ello cuenta con la ayuda de una antigua compañera de crímenes y de un hombre, un poco salvaje, un poco extraño, que se revela como un vampiro. Al mismo tiempo, hay persecuciones, peleas de jurisdicción en la ciudad celestial, una entidad antiquísima que se dedica a cuidar a la descendencia de Cristo, una investigación por asesinato y un policía que es todo honor y ética, que guarda un sórdido secreto. El resultado es un volumen hilarante e inquietante a partes iguales.

     No hay moral en Predicador, no hay un intento de definir la naturaleza de Dios, ni de reflejar de una manera vanguardista los padecimientos del ser humano; no hay reflexiones estrambóticas ni arrepentimientos vanos. Hay tres personajes que buscan a Dios para entender porque ha renunciado a su papel en el universo y, de paso, hacerle pagar por ello.

Predicador cierra este primer arco con una frase que resume muy bien su espíritu y propósito, “Hay mil historias en la ciudad desnuda… y no todas tienen moraleja” (p. 206) en algunas ocasiones, lo único que se quiere es contar una historia, solo una jodida historia.   

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