Escrita
por Mark Z. Danielewski
Bordada
por Atelier Z (Regina Gonzales, Claire Kohne, Michele Reverte)
Traducida
por Javier Calvo
Editada
por Alpha Decay & Pálido Fuego
Recomendado
para Jóvenes lectores
Libro
bordado (ilustrado)
Suelo descreer de los escritores que
anteponen la técnica a la narración. Mi amor por el Ulises de Joyce llegó con
los años, y aun al día de hoy creo que hay demasiado alarde técnico en él,
demasiada necesidad de su autor de decir que era grande, que podía ser genial.
Considero, como King, que importa el cuento, no quien lo cuenta.
Hay ocasiones empero, que el alarde técnico
contribuye a la construcción del relato. Un ejemplo de ello es La casa de hojas de Mark Z. Danielewski,
donde la composición tipográfica juega un papel fundamental en la narración. De
hecho, la composición puede llegar a ser tan intrincada que, al momento, no he
encontrado ninguna versión electrónica de él. Es un relato nacido para el papel
y solo para el papel. Algo similar sucede con La espada de los cincuenta años.
No sé lo que esperaba encontrar con este
título. La espada suele ser importante en la narración de fábulas donde
aparecen caballeros y hay gestas heroicas. Las espadas suelen aparecer en relatos
épicos donde los héroes han de probar su
hombría, su virtud, su bondad. No hay nada de eso en La espada de los cincuenta años.
De hecho, el dueño de la espada se define
como todo lo contrario a un caballero,
Soy
un hombre malvado con un corazón muy negro. Y fueron solamente esa maldad y esa
negrura las que me llevaron a buscar esto que llevo transportando muchos años y
que os he traído esta noche. (p. 76)
Sin
embargo, la historia no comienza así. Esta es una historia de fantasmas, de
manera similar a La casa de hojas, y
la historia comienza con una mujer desengañada y adolorida; una mujer que
comprende que la venganza no es suficiente, y que el hado tiene extrañas formas
de conducirse. Tampoco hay un solo narrador, es un coro de voces que es difícil
indiferenciar y que, sin embargo, tiene cada una de ellas una historia y una
relación especial con las otras. Ignoro, solo infiero, si se trata de los
pequeños que aparecen en el relato. Sobre las voces, dice Danielewski,
(…)
de las cinco personas –una de las cuales se acostó de joven con otra y ahora no
para nunca de preguntarse por los lagos otoñales en los que alguien deambuló
alguna vez; otras dos siguen manteniendo afecto la una por la otra,
expresándolo a través de una miscelánea de notas y llamadas internacionales; la
cuarta persona perdió a tres; y la última odia a las demás desde la prisión de
una vida posterior-(…) (p.10)
Los
narradores son enigmáticos y no tienen nombre y se interrumpen y construyen el
relato. Solo diferencia por el color del hilo de sus comillas. El hilo. Las
ilustraciones de La espada de los
cincuenta años están tejidas, punto a
punto en contrapunto (gracias Ana María Machado), en un bordado, y son un
complemento asaz perfecto para el relato, de manera tal que contribuyen a
construir la atmósfera perfecta para este cuento de fantasmas.
No
es este un libro común. Es un libro construido de forma similar a como un
arquitecto diseña un edificio, quizá una catedral, quizá un laberinto. La obra
de Danielewski atrapa y subyuga, y algo del alma del lector queda atrapada
entre sus páginas.
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