EL AZUL ES UN COLOR CÁLIDO


Escrito e ilustrado por Julie Maroh
Traducido por Lorenzo F. Díaz
Editado por Dib Buks
Recomendado para jóvenes lectores
Novela gráfica

     Esta es una historia de amor. Es una historia de encuentros y desencuentros, una historia de descubrimientos, un canto a la vida, pero, sobretodo, una historia de amor. Ésta es la historia de Emma y Clementine.  

     El azul es un color cálido es una obra primorosa, en la que se conjugan trazos bien definidos, imágenes metafóricas, escenas de erotismo; páginas en donde la secuencia de viñetas se rompe, imponiéndose una narración más rauda y, al mismo tiempo más nostálgica. Así mismo, la historia de amor es aún más relevante pues se da cuando Clementine descubre por primera vez y éste es de su propio sexo. Hay preguntas que surgen, por supuesto; hay sueños que se niegan, deseos que se reprimen, luchas que se pierden contra la presión social.

     Si amar no es simple, descubrir que se ama a alguien del mismo sexo cuando eso ni siquiera se había contemplado, ni siquiera se había atisbado, es más complicado, pues además se tiene que confrontar la familia y un medio social que no perdona la diferencia, más aún cuando este medio está conformado por adolescentes, las criaturas mutantes más conservadoras del mundo aún en medio de su afán y de sus cambios.

     La confusión en los adolescentes es normal. Están pasando por cambios y exigencias sociales que son cada vez más fuertes y asfixiantes. El cuerpo tiene sus propias demandas y en muchas ocasiones no se sabe cómo responder. ¿Qué debe gustarme?, ¿cuándo debe gustarme?, ¿cómo debe gustarme?, ¿qué debo hacer si alguien me gusta?, son algunas de las preguntas que se hace un adolescente frente al amor, frente a sus relaciones con el otro. Elementos propios para propiciar que surja una tormenta. Por eso el amor de muchos de ellos es torpe, apasionado, tierno y, a menudo, arrasador, pleno. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que los adolescentes se guían a través de las experiencias brindadas por otros; se basan en esas experiencias para construir sus propios caminos, algunas veces siguiendo la misma senda, oras veces haciéndolo en contra, buscando así forjar su propia identidad. En muchas ocasiones se experimenta para fortalecer decisiones, en tanto en otras se  busca de manera genuina conocer otros caminos.

     Por supuesto, la historia de Emma y Clementine no es un cuento de hadas, no solo por la presión social que enfrentan sino por la misma diferencia en que ambas asumen su sexualidad, “Para Emma, su sexualidad es un bien de cara a los demás. Un bien social y político. Para mí es lo más íntimo que existe” (p. 131).

     He recomendado en diversas ocasiones la lectura de El azul es un color cálido, bien como docente, bien como promotor de lectura, bien como amigo, y he encontrado que sus lectores lo agradecen, que van más allá del  de la  homosexualidad – que no podemos negar que se yergue como una bandera orgullosa- de las protagonistas para asumirlo como un relato de amor, donde dos almas se encuentran por un ratito, un ratito que es eterno.

     Por último, no puedo dejar de referirme a las diferencias que puedo encontrar entre un libro y una película. Mientras he vuelto en diversas ocasiones a El azul es un color cálido, pocas veces me sucede eso con una película. Incluso, La vida de Adele, basada en esta novela gráfica, no ha conseguido seducirme; sigue allí arrumazada en un cajón, sin importar los premios que haya ganado. Tal vez sea una buena excusa en el futuro para volver a estas páginas…


Comentarios

Publicar un comentario