Mi
nombre es Diego Fernando Marín (A.K.A. Andor Graut). Soy docente de Lenguaje en
Octavo, y de Metodología de la investigación en décimo y once. Desde que tengo
memoria he tenido una fuerte inclinación por la palabra escrita, y ello me ha
llevado a la senda de la escritura y la promoción de lectura.
Siendo
promotor/mediador de lectura he dedicado durante los últimos cinco años a
realizar lectura gratuita en voz alta a mis alumnos. En todas las clases he
intentado leerles un poema, un cuento, y, cuando la regularidad horaria me lo
ha permitido, les he compartido una novela corta. Hasta hace cerca de un año el
resultado era plenamente satisfactorio.
Realizar
promoción de lectura es un acto, necesaria, obligatoriamente, de afecto. Hace un
año, con preocupaciones personales en la cabeza, comencé a hastiarme de las
mismas lecturas, los mismos títulos, que sí bien podían tener influencia en mi
auditorio, me estaba cansando de leerlo, como esos discos que escuchamos una y
otra vez hasta que pierden por completo el sentido.
Es esa sensación de hastío la que llevó a
que abandonara SEMILIJ (Seminario de investigación de literatura infantil y
juvenil de Cali) y dejara de asistir a algunas actividades de promoción de
lectura. Es esa sensación la que hoy me lleva a escribir estas líneas.
Como investigador, como docente, me
encantan los protocolos. Como promotor, como docente, me encanta el trabajo con
adolescentes. Como lector, he seguido los títulos de calidad irregular
destinados a los adolescentes, y en realidad me siento defraudado. Así que este
diario, es la manera que tengo de comunicar las dudas que han surgido en mi
labor; también, la mejor manera que tengo de sistematizar y dialogar con otros
acerca de los intentos de encontrar respuestas a las preguntas que me agobian
acerca de la mediación/promoción de lectura.
El objetivo final, a despecho de Petit y de
otros autores, es encontrar una suerte de protocolo que haga efectiva la labor
de promoción de lectura en el aula con adolescentes. No como una suerte de fórmula
mágica, sino como una manera de indagar en la relación que los adolescentes
tienen con la lectura.
Por supuesto, la idea de hacer un diario
público es también tener alguien con quien dialogar acerca de esta temática.
Así que si están en la misma posición, no tengan ninguna duda en compartir sus
dudas y también sus experiencias. Por último, a quienes están acostumbrados a las
reseñas, no deben preocuparse, en cuanto retome mi nivel normal de lectura y
termine La novela de Genji, volveré a
publicar.
Gracias por estar al otro lado de la
pantalla.
Este soy yo. Aunque se trata de una vieja foto es de mis preferidas porque, aunque parece, no es posada. La foto la tomó mi viejo dealer bibliotecológico, Danny Loaiza, en un momento en que estaba concentrado en hacer lo que los profesores más hacemos: retroalimentar trabajos de nuestros alumnos.
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