Autor:
Frans Masereel
Editorial:
Nórdica libros
Recomendado
para: Jóvenes lectores
Novela
gráfica
La catalogación de libros puede ser
clasificada como un arte arcana, imprecisa y oscura. Recientemente, en la
Biblioteca Departamental adujeron no poder renovar Maravillas de Brian Selznick por tratarse de una novela gráfica
(745.1, que se halla entre dibujo, artes decorativas y menores) y no de
literatura. De nada sirvió, en el momento, que intentará argumentar mi idea de
que se trataba de una novela álbum; aunque una de las funcionarias que me
atendía tomó nota para la recatalogación de la obra.
De manera paradójica, hace unos pocos días,
en la sección de literatura alemana encontré La ciudad, obra alabada por igual por Thomas Mann, Will Eisner y
Art Spiegelman. Lo curioso es que La
ciudad es reconocida por ser una novela sin palabras. Sin una sola palabra
aparte de los paratextos.
La
ciudad rompe además con el imaginario de lo que es una novela. En
apariencia no tiene unos protagonistas claros, no tiene algo que se pueda
denominar trama, un principio, un nudo o un final que se puedan reconocer como
tales. Sin embargo, La ciudad es todo
eso y un poco más, una narración en movimiento que aún no se detiene.
La
ciudad está conformada por cien grabados realizados con madera en los que
se representa diferentes escenas propias de una ciudad alemana de principios
del siglo XX. Masereel no se ahorra nada, con sus imágenes asfixiantes logra
transmitir la desolación, la miseria, la lujuria, el trabajo, la depravación,
la soledad, la riqueza y la esperanza que se pueden encontrar en una calle
cualquiera allende el tiempo.
Un libro, que sin importar su
clasificación, nos hace volver una y otra vez a sus páginas.
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