Muérdeme suavemente




Autor: Fernando Gómez
Ilustradores: Luis Carlos Cifuentes, Édgar Jiménez y Camilo Aguirre
Editorial: Random House Mondadori
Recomendado para: Jóvenes lectores
Novela gráfica

Durante los últimos meses me ha mantenido apartado del blog y de mis obligaciones la investigación acerca de la LIJ y la historieta colombiana, investigación que espero cristalice en mi tesis de maestría. Han sido meses de estar escarbando entre viejos libros de LIJ, viejas historietas de colores desvaídos, ajadas por el tiempo, y libros a cada cual más enrevesado o técnico que el anterior; a cada cual más exacto o más iluminador. Ha sido una experiencia, no puede ser de otra forma con las experiencias investigativas académicas, increíble. Ahora que una fase del viaje se ha acabado con la ponencia del VI Semilij, puedo compartir con ustedes algunos de esos descubrimientos.
De Fernando Gómez ya habíamos reseñado aquí ¡Salta cachorro!, su primera novela, en donde exploraba con nuevas formas de narrar los viejos temas. En ese mismo sentido, Gómez decide desafiar, con éxito, la pacata forma colombiana de concebir lo que es la literatura y se lanza con éxito, en un formato comercial, apoyado por una de las más grandes editoriales, a contar una historia sobre zombis en pleno corazón de nuestro país, en Bogotá.
Así pues, Muérdeme suavemente es una historia de zombis, una de esas novelas que denuncia poca exigencia literaria, en palabras de una colega que me vio llegar con el libro en mano a mi sitio de trabajo. Sin embargo es algo más que eso, es un libro con mucha valentía que señala que algo estamos haciendo bien, que tenemos historias para contar más allá de un par de putas, un lavaperros y un policía corrupto.
De otro lado, el libro de Gómez se atreve, una vez más, y esta vez con gran fortuna, a fundir en una sola narración texto alfabético e historieta, ya relatando de una forma, ya de otra la historia de Javier y Laura después del apocalipsis zombi. Más allá de esto, o quizás debido a esto, el relato se presenta como una metáfora, recuperando la idea de Romero, acerca de la voracidad del ser humano.

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