Autor:
Anthony Burgess
Editorial:
Booket
Colección:
remasterizados
Recomendado
para: Jóvenes lectores
Novela
La
pregunta acerca de los orígenes de la violencia no es actual. Durante largos
años, quizás siglos, nos hemos preguntado acerca del origen de nuestra
belicosidad, de nuestra ferocidad hacia todo lo que hay a nuestro alrededor.
Olvidamos, la mayor parte del tiempo, que somos primordialmente animales
instintivos, que se hallan recluidos en espacios muy pequeños, rodeados en todo
momento de posibles competidores. Es alrededor de este tópico que gira La naranja mecánica. Sin embargo este
tópico se encuentra matizado por un elemento político, el totalitarismo.
Si
bien la pregunta acerca de nuestra capacidad de violencia no es reciente,
también es cierto que durante muchos años hemos intentado contener esos
factores de inestabilidad, de comportamiento “anormal”. Para ellos hemos creado
tres instituciones, a saber: las cárceles, el manicomio y el cementerio.
Empero, al menos los dos primeros, basados en la vigilancia y el castigo, no son definitivos.
Es
así como, acompañada del conductismo, la sociedad en la que está inscrito Alex,
el personaje principal de La naranja
mecánica, encuentra la que parece ser una cura para la extrema violencia
que ejercen los jóvenes. Una cura milagrosa que se impone a los delincuentes
con el fin de sanar una sociedad que se haya indefensa ante la ultraviolencia
que estos ejercen. El resultado no puede ser más aterrador. La cura
descubierta, el Método Ludovico, expone al “enfermo” a estímulos audiovisuales
de violencia acompañados de la inyección de una droga que produce diversos
efectos adversos ante estos estímulos como, dolores de cabeza, nauseas y
debilidad general; una situación que deja al individuo indefenso ante el
entorno.
Por
supuesto, lo que para el gobierno, los psicólogos y la prensa se constituye
como un triunfo en la batalla contra la delincuencia deja a Alex desprovisto de
una mínima capacidad de defensa ante una sociedad que lo odia y que no ha
perdonado sus crímenes.
La naranja mecánica explora con cinismo y profundidad los efectos
del totalitarismo sobre el individuo y su relación con la sociedad, al tiempo
que hace visible la doble naturaleza del ser humano como víctima y como
victimario, como cazador y como presa; en donde sobre todo se impone la
capacidad de elegir. Así, antes que Alex se someta al procedimiento que lo
cambiará drásticamente tiene una conversación con el capellán de la iglesia, en
donde este le declara sus dudas al respecto: ¿Qué quiere Dios? ¿El bien o que uno elija el camino del bien? Quizás
el hombre que elige en mal es en cierto modo mejor que aquel a quien se le
impone el bien. (P. 103)
Y
luego, una vez el tratamiento se ha hecho efectivo, este mismo personaje, cuestionará
los resultados: En realidad no tiene
alternativa, ¿verdad? El interés propio, el temor al dolor físico lo llevaron a
esa humillación grotesca. La insinceridad era evidente. Ya no es un malhechor. Tampoco
es una criatura capaz de una elección moral. (P.130)
Cuestionamiento
este en el que se apuntala Alex para hacer una última defensa de su identidad: Yo, yo, yo. ¿Qué hay de mí? ¿Dónde entro en
todo esto? ¿Soy un animal o un perro? (…) ¿No soy más que una naranja mecánica?
(P. 131)
Por
supuesto, hay muchos elementos que se escapan a las intenciones de una reseña,
aún así quiero subrayar el papel preponderante que tiene el lenguaje en este
relato. Burgess emplea el lenguaje como una forma de establecer divisiones
efectivas entre generaciones, de producir el extrañamiento necesario en una
historia, que sin necesidad de autos voladores, naves espaciales o androides,
se inscribe dentro de la ciencia ficción. Esta edición en particular, contiene
un capítulo adicional que no fue incluido en la primera edición de la obra, así
como tampoco fue tenido en cuenta por Kubrick en la realización de la película,
en donde Alex reflexiona sobre lo que significa la juventud: Sí, sí, sí, eso era. La juventud tiene que
pasar, ah, sí. Pero en cierto modo ser joven es como ser un animal. No, no es tanto
como ser un animal sino uno de esos muñecos malencos que venden en las calles,
pequeños chelovecos de hojalata con un resorte dentro y una llave para darles
cuerda fuera, y les das cuerda grrr grrr grrr y ellos itean como si caminaran,
oh hermanos míos. Pero itean en línea recta y tropiezan contra las cosas bang
bang y no pueden evitar hacer lo que hacen. Ser joven es como ser una de esas
malencas máquinas.
La naranja mecánica se convierte de esta forma en un conjunto de
engranajes a los que se debe volver una y otra vez para redescubrir sus
múltiples significados.
***
Booket,
fondo editorial de Planeta, ha lanzado hace algún tiempo ya –espero sepáis
perdonar la vaguedad temporal- su colección de remasterizados, en donde los
clásicos visten nuevas portadas. En este caso Booket ha apostado por
ilustraciones de colores como el verde o naranja sobre fondo negros, lo que
brinda a estos libros una agresividad que los hacen muy atractivos para el
público joven.
En
Colombia se pueden adquirir en la Librería Nacional.
***
P.D. La imágen de portada no se corresponde con la edición leída.
Leído en segundo intento. Excelente artículo, ojalá me guste el libro porque la película no la volvería a ver, así la dirija Kubrick.
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