Qué blanca más bonita soy




Autor: Dolf Verroen
Editorial: Lóguez
Recomendado para: Lectores en marcha
Relato

Nos han contado miles de historias acerca del racismo. El tema ha sido tratado de forma tangencial incluso por Mark Twain en Las aventuras de Tom Sawyer y recientemente Tarantino compuso una película feroz sobre lo que significaba ser negro en plena época de esclavitud en estados Unidos. Sin embargo todas ellas tienen una mirada algo bucólica. Incluso The help (criadas y señoras), que cuenta la historia de cómo un grupo de mujeres negras consiguen hacerse escuchar a través de una novelista en ciernes que se arriesga a contar su propia historia, intenta lograr una mirada redentora desde el otro lado, desde el lado de los blancos. Mas, sólo con la lectura de Qué blanca más bonita soy, se puede lograr entender una de las criticas más feroces a la novela de Stockett,  Lo que menos necesitamos es otro libro acerca de cómo un blanco ayuda a libertar a los negros (Parafraseo así una observación realizada en alguna parte).
Qué blanca más bonita soy se aleja por completo de ese estereotipo.  No hay aquí un hermoso acercamiento desde el mundo de los blancos hacia el sufrimiento del pueblo negro, no hay aquí una mirada contemplativa de un héroe (blanco) salvador que logre una empatía con los negros y busque su redención. No. Lo que aquí hallamos es una historia, desprovista de piedad, en donde a una niña blanca le regalan por su cumpleaños su propio esclavo negro.
La mirada de Verroen es implacable. En la época de la esclavitud un negro es sólo una mercancía de cambio. La raza dominante tiene todo el poder para oprimir y en ningún momento llega a considerar a ese otro, que lo acompaña siempre, más que un objeto. La vida de su esclava –luego de su esclava- le pertenece por completo en todos los niveles.
No hay piedad en este relato. En algún momento la protagonista, María, escucha como una de sus tías le comenta a una amiga que la mejor manera de deshacerse de un niño negro, un bebé, es sumergirlo en el agua… El niño de mi esclava estaba también siempre berreando… Insoportable. Yo le había dicho algo tres veces, entonces mi paciencia terminó. Lo cogí y lo mantuve un tiempo bajo el agua. Después, el silencio fue definitivo. (P. 55).
Así, el relato descarnado avanza de manera implacable, en tanto al final María anuncia que pronto viajará a otro país y viviría muchas cosas. ¡Maravilloso! (p.63)
Sorprende el epílogo, en donde Verroen manifiesta las causas que lo llevaron a escribir esta historia, donde incluso puede contar que lo que juzgamos historia es en realidad una herida que no termina de cicatrizar. Me sentía tan bien tratado- escribe el autor- y tan en casa que me hubiera gustado quedarme allí. Hasta que uno de ellos me dijo: “No, Dolf, tú nunca serás un verdadero amigo nuestro. Nosotros procedemos de esclavos y tú eres un descendiente de los negreros”.
El resto son sólo palabras.    

Comentarios

Publicar un comentario