El misterio del cuarto amarillo




Autor: Gaston Leroux
Editorial: Anaya
Recomendado para: Jóvenes lectores
Novela

¿Qué elementos debe tenerse en cuenta en el momento de recomendar una obra para jóvenes o adultos?, ¿cuáles son las características que deben tenerse en cuenta al momento de hacer esta distinción? Y, quizás la más relevante para mi, ¿significa para el lector que al recomendar una obra en particular para la franja de jóvenes lectores tiene una menor calidad que una obra recomendada par adultos?  Fueron estas las principales preguntas por las que decidí enfrentar esta reseña.
El misterio del cuarto amarillo es una obra detectivesca que enfrenta uno de los mayores desafíos de este género, el crimen realizado en un cuarto cerrado. Uno de los mayores desafíos, tanto más cuánto muchos celebres autores lo han enfrentado, resultando, en ocasiones, que su resolución es inferior al misterio planteado. Así pues, el misterio del cuarto cerrado se convirtió para muchos escritores y lectores en un referente obligado.
Su protagonista es un joven periodista, Joseph Rouletabille, de carácter impetuoso, maniaco y reflexivo, quien se siente retado intelectualmente ante la realización de este crimen, así va trazando un círculo en el que los hechos van siendo interpretados por el lado bueno de su razón.  
El misterio del cuarto amarillo mantiene al lector, contemplando diversas posibilidades de sospecha entre la amplia galería de personajes que el autor va presentando, resultando, cómo es tópico ya, que el responsable es el más insospechado.
Los juegos verbales, las referencias metaficcionales, los elementos históricos, son con suficiencia explicados en el libro, lo que no da pie a pedir al lector una gran enciclopedia. Aquí ya empiezo a encontrar respuesta mis interrogantes. Cuando distingo entre jóvenes y grandes lectores no lo hago en virtud de edades si no de enciclopedias, de recorrido literario y/o vivencial. Existen obras detectivescas como el nombre de la rosa, que exigen una gran enciclopedia de sus lectores (lo que en algunos momentos incluyen el dominio de lenguas muertas); en tanto otras obras, verbigracia: Juventud caníbal, que juega con elementos grotescos, a los que sólo cierto tipo de lectores experimentados y con gustos ya claros frente a lo que quiere encontrar en una obra literaria, sabe enfrentarse y asimilar la perturbación que producen.
Así, la distinción entre una y otra franja no se halla relacionada con la calidad textual. Una obra como Mi planta de Naranja Lima  o Don Camilo, hacen parte de la gran narrativa. Sin embargo su sencillez literaria, sin mayores pretensiones ni alardes técnicos hacen que sea accesible sin necesidad de una gran enciclopedia o una amplia experiencia lectora.     

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