La fábrica de vinagre. Tres tomos de enseñanza moral.



Autor e ilustrador: Edward Gorey
Editorial: Libros del zorro rojo
Recomendado para: lectores en marcha
Libro-álbum

Supe de Edward Gorey en algún foro o grupo en donde decía que había influenciado a Tim Burton. Como amante de la estética gótica y macabra de Burton, comencé a buscar algunas cosas de Gorey sin gran éxito. Sin embargo, hace poco, y en ocasión de la celebración de Halloween, Danny encargó varios libros con el epíteto de bestiarios o terror o macabro y, por supuesto, el nombre de Gorey surgió. Así nos topamos con La fábrica de vinagre, un estuche de tres libros muy particulares.

El ala oeste

Es el único de los tomos que no tiene palabras. Se constituye de imágenes, a cada cual más sugerente que la anterior. El ala oeste nos va presentando diferentes partes de una casa, en una habitación descubrimos una escalera, en la otra vemos una mujer, más allá nos encontramos tres zapatos abandonados sobre la alfombra. Así mismo veremos fantasmas, grietas, una niña que se arrastra, alguien que nos mira. Gorey no nos dice nada, nos sugiere lo siniestro a través del cadáver sobre el piso, el huevo sobre la mesa, la mucama sospechosa con la tetera. ¿Mencioné ya lo de los tres zapatos? Todo, absolutamente todo trazado con lo que parece ser una pluma en el mismo estilo inconfundible.

Los pequeños macabros

Ya la portada nos adelanta lo suficiente. Hay un grupo de niños y una alta figura siniestra que los ampara bajo un paraguas negro. Es quizás la obra más representativa de Gorey, un sencillo alfabeto compuesto por los nombres de niños –de la A a la Z- que mueren de diversas maneras. Una delicia para el lector, una tenebrosa muestra de deliciosa imaginación. 
 
El dios de los insectos

Con todo, la obra más sugerente es El dios de los insectos. Una vez más Gorey recurre a su dibujo realizado a pluma. Una vez más se trata de un hecho macabro acaecido a una niña. Al respecto Gorey afirma en algún momento, En mi obra uso mucho a los niños, porque son tan vulnerables… Sin embargo El dios de los insectos parece ir mucho más allá. Aunque su estructura es similar a la de Caperucita Roja del siglo XVIII, sin esperanza ni redención, el ambiente no es sólo macabro, las sugerencias que se nos hace apunta a elementos siniestros más propios de H.P. Lovecraft que de lo que normalmente se espera de un libro infantil.


Este bello estuche es para aquellos amantes de los placeres culposos, quienes se regodean en lo incómodo y se adentran en el Pequeño Teatro de la Crueldad. Es también un placer para los lectores inteligentes que saben leer entre líneas que no se trata de historias macabras sino que son historias meramente realistas, o en palabras de Gorey, Por algún motivo mi misión en la vida consiste en producir la mayor incomodidad posible, porque así es el mundo.     

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