Autor: Philippe Lechermeier
Ilustradora: Rebecca Dautremer
Editorial: Edelvives
Recomendado para: Lectores en
marcha
Libro-Álbum
Diario secreto de Pulgarcito, era uno de
esos libros que hace algún tiempo estaban en la fila de lectura y que siempre se
enfrentaba con algo que me impedía leerlo. Ora me encontraba con algunas de las
tareas del Seminario de Literatura Infantil y Juvenil (Semlij), ora se me
atravesaba Flanagan, incluso Épica patética o algunas de las obras de
Shaun Tan. Sin embargo sabía que tanto deber como interés me llevarían de nuevo
ante él. Hasta hoy.
Una de las
características que más llama la atención a primera vista es su volumen. Para
tratarse de una obra infantil Diario
secreto de Pulgarcito es grande. Incluso si se tiene en cuenta el gran
espacio que ocupa la ilustración, sigue siendo grande. En segundo lugar llama
la atención el preciosismo de las imágenes de Rebbeca Dautremer (Princesas, Alicia en el País de las maravillas, Cyrano). Es curioso que las imágenes casi no dejen ningún espacio
en blanco y sin embargo no hostigan. Cada una de las ilustraciones realizadas
por esta artista francesa es un análisis exhaustivo de los personajes, espacios
y objetos que presenta. Su precisión no es sólo psicológica, tiene mucho de
visceral. En cada imagen vemos la desesperación y el existencialismo francés;
el hambre que caracterizaba la época de los cuentos de hadas; esa Francia
devastada en donde los campesinos morían de hambre y los señores se hartaban. Pero
el preciosismo no es una característica única de la ilustradora, Lechermeier
teje una ficción epistolar creíble y, a todas luces entretenida. Por pluma de
Pulgarcito desfila una amplía galería de personajes que sirven para dar una
nueva vida a uno de los grandes clásicos de los cuentos de hadas. Lerchemeier
aprovecha la vitalidad del lenguaje, dotándolo de una sensibilidad que algunos
relatos infantiles y juveniles olvidan, Si
se oye un ruido extraño, Bernabé tira de la cuerda y mi bolsa se eleva hasta lo
alto del árbol. Desde allí puedo ver todo lo lejos que me permite el horizonte.
Es como si fuera el vigía de un barco que navegara en un océano de árboles. Y,
cuando me sopla el viento en el pelo, me descubro soñando que soy el capitán de
un barco rumbo a la conquista de tierras desconocidas.
Sin embargo la
crueldad propia del relato original no se pierde. Así, cuando la mujer le dice
al ogro donde están Pulgarcito y sus hermanos, el ogro le responde, ¡Yo también te adoro! Tanto que un día te
devoraré. A lo que ella responde, ¡Ah,
por cierto, córtalos a los siete en trocitos, y si quedan restos haremos unas albóndigas!
Unas pocas páginas después, entre onomatopeyas nos adentramos en la escena
en que el ogro devora a sus propias hijas.
El relato
original es deudor de Hansel y Gretel
en más de una escena, pero en muchas otras logra ir más allá. Pulgarcito no
es heredero de la soledad de los dos hermanos. En cambio se yergue como un
representante de la valentía, el ingenio y la alegría que se crecen ante los
momentos más difíciles.
Qué linda reseña. Perfecta.
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