Épica patética



Autor: Pedro Saboulard
Ilustrador: Sebastián Bages
Editorial: Alfaguara
Recomendado para: Jóvenes lectores.
Libro-ilustrado. 

Lo primero que llama la atención de Épica patética es que se trata de un volumen profusamente ilustrado sin ser un libro álbum ni un comic. Al parecer la editorial hizo oídos sordos a las pretensiones de Fundalectura y otras instituciones acerca de la disminución de ilustraciones que debe haber conforme el lector aumenta de edad. El resultado es un libro impactante a nivel gráfico desde su portada hasta la contracarátula. Casi cada página juega con un fondo, una textura o una ilustración. En algunos casos se hace un juego con la censura y se invita a visitar la página http://epicapatetica.blogspot.com, advirtiendo que se está ante una versión censurada de la imagen que se halla en el libro.
Lo siguiente que se advierte es que se está ante una versión joven y sofisticada del Quijote de la Mancha. En este caso se trata de Sir Patatas, un adolescente de quince años que se mantiene encerrado en su cuarto pretendiendo ser el último sobreviviente de la tenaz orden del dragón. La mayor parte del tiempo habla con Sombra, quien lo reconviene, le alienta, le sigue la cuerda e intermedia en ocasiones con el lector. Como Sir Patatas es un caballero contemporáneo que visita chats pornos, evita hablar con su vecina y se la pasa leyendo comics y libros de caballería, es por fuerza que  debe ir a un psiquiatra. He aquí el otro lado de la historia. El otro ambiente. Y es que Épica patética sólo tiene lugar en dos escenarios: el cuarto de Alejandro- perdón, Sir Patatas- y el consultorio de su psiquiatra, quien de paso se va sumiendo en una borrachera delirante cada vez más profunda.  
Burla e intertextualidad que va y viene, el relato contado por Saboulard es una reflexión sobre el patetismo de la adolescencia, sus consabidas metidas de pata, sus insufribles berrinches, el ingreso al primer amor y todos aquellos elementos que harán que un adolescente pueda sumergirse con libertad y mezquindad en sus páginas. Un relato teñido de humor y frecura en cada una de sus letras…
Como punto adicional he de señalar que nunca pude dejar de imaginarme como sería el montaje de esta obra en teatro. Lo curioso es eso, no me la imaginé en la pantalla grande sino en las tablas. Creo que sería una obra estupenda.

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